Ese día reinicié mi cerebro. Para mí (una persona limítrofe, cuadrada, bien capricorniana), aceptar que estoy pasando por un momento de duda, fue un cambio interno cuático de paradigma. ¿Cómo no? Si te planteas dos situaciones opuestas y ambas pueden ser ciertas; como el hecho de tener nuevas ideas que se alejan de la realidad de la Iglesia (realidad que me ha acompañado durante varios e importantes años de mi vida) donde te cuestionas: el “demonio”, “diablo”, “lucifer”, “malulo”, o como quieras llamarle, provoca estas ideas nuevas en mi o ¿es un demonio inventado para no salirme del pensamiento implantado en mi por la Iglesia? Todo puede ser, en este momento creo que no hay verdades absolutas, solo quiero guiarme por lo que me haga más sentido. Aceptar esa posible realidad fue un cambio, me hace más humana y más consciente. De hecho, esta fue una crisis emocional que explotó luego de ver el documental de Patricio Guzmán, “El Botón de Nácar”, ver como un pueblo indígena es doblegado por parte de los colonos católicos, los cuales estaban imponiendo su forma de ver el mundo porque para ellos era lo correcto, sin abrirse a la posibilidad de una nueva realidad de concepción del mundo; lo que me genera la duda de por qué se creían superiores, ¿porque tenían más cara de humanos?, ¿Por qué vivían en el pasado, sin vestimentas?, quién sabe, sólo sé que se impusieron.
En ese punto me cuestioné de forma más clara una idea que venía rondando en mi cabeza, ¿cómo seguir la doctrina de la Iglesia (institución) si ésta se formó en base a pensamientos tan cuadrados y limítrofes (si, como solía ser yo)? Ni hablar de los nuevos paradigmas en torno a la sexualidad o la marihuana.
Lloré harto cuando me sentí en la duda, estaba destruyendo mis bases, para volver a construir nuevas ideas, pero pasar por esa deconstrucción es doloroso, ¿por qué? No lo sé, sólo sabía que debía dirigirme a una persona
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